Las elecciones presidenciales en Austria han concluido con la victoria del candidato de los Verdes, Alexander Van der Bellen, en una segunda vuelta en la que se ha impuesto, con un resultado muy ajustado, a Norbert Höfer, candidato del partido xenófobo FPO. La victoria se ha decidido tras el recuento del voto por correo y la diferencia ha sido de tan solo 31.026 votos.

Desde Podemos recibimos con alivio la noticia. Sin embargo, no podemos dejar de lamentar el resultado de un partido xenófobo como el FPO, que junto con otros partidos como Ley y Justicia en Polonia, el Frente Nacional en Francia o de Finns en Finlandia, están convirtiendo el extremismo ultraderechista en la normalidad política de un gran número de países europeos.

El auge de estos partidos es ya un problema estructural que hunde sus raíces en la renuncia de la Unión a defender el Estado del bienestar, los derechos laborales y sociales, el principio de solidaridad entre los pueblos y la cohesión social de nuestras sociedades. La imposición ciega de unas políticas de austeridad que no paran de producir desigualdad, precariedad y riesgo de exclusión social a lo largo del continente son el caldo de cultivo perfecto para que calen discursos xenófobos y antieuropeos como los del FPO, que aumentan la polarización social y están colocando a la Unión Europea al borde del abismo.

El Acuerdo con Turquía sobre la crisis refugiados es un ejemplo perfecto de esta crisis y de la aceptación de las agendas de los partidos de extrema derecha por parte de las élites de la Unión. Es un clásico de la ultraderecha: atizar el odio y desviar la culpa de los dolores sociales, responsabilizando a los más débiles (migrantes, personas refugiadas, colectivos excluidos, minorías étnicas o religiosas) de la crisis y la incertidumbre que ha generado un poder financiero irresponsable y desbocado y una clase política que le sirve y antepone los intereses de los poderosos a la defensa de los derechos y la dignidad de las mayorías sociales.

Frente a estas preocupantes tendencias del continente, desde Podemos seguiremos defendiendo la necesidad de avanzar en la construcción de una Europa democrática y abierta, que honre los valores de libertad y justicia social que la fundaron y ocupe de una manera digna el lugar que le corresponde en el mundo. No aceptaremos jamás que vuelva a planear sobre Europa la sombra de las peores pesadillas que ha vivido nuestro continente. El fascismo, la xenofobia, el odio al diferente y el autoritarismo no tienen cabida en el proyecto de libertad, igualdad y fraternidad que los demócratas tenemos el deber de construir.


Jueves, 26 de mayo de 2016