La mercantilización del agua conlleva carísimas infraestructuras, que solo benefician a constructoras y fondos de inversión.
Garantizaremos el acceso a agua de calidad como derecho universal.
Una vez acabado su periodo de explotación privada, pasarán automáticamente a la gestión pública.
Casos como los de Lezo y Acuamed demuestran que la privatización del agua ha generado corrupción y peores servicios para la ciudadanía.