El lunes 3 de julio el ejército israelí lanzó la operación militar “Casa y Jardín” en el campo de refugiados de Yenín (norte de Cisjordania), dando un paso más en la escalada de violencia que mantienen en el territorio desde la puesta en marcha de la operación “Rompiendo la ola”, que comenzó en marzo de 2022 y cuyo objetivo es eliminar los focos de resistencia armada existentes en Cisjordania.

Los ciudadanos del campo de refugiados han sido testigos de unos niveles de violencia y destrucción, incluyendo el uso de armamento pesado y bombardeos desde el aire, no vistos en el territorio desde la Segunda Intifada en 2002. Durante las últimas 48 horas, esta operación ha causado la muerte de 11 palestinos y más de un centenar de heridos, además del desplazamiento de aproximadamente 3.000 residentes del campamento, los cuales tuvieron que abandonar sus residencias. Este ataque del ejército israelí también ha causado graves daños materiales, como cortes en los suministros de agua y luz y destrucción en calles y casas del campo, muchas de las cuales han quedado completamente inservibles.

El ataque se ha saldado con varias acciones que podrían ser consideradas como crímenes de derecho internacional. La estrategia del ejército israelí de bombardeo de un campo de refugiados densamente poblado, la destrucción de la carretera principal que quedó inutilizada para las ambulancias, y los disparos y lanzamiento de gases lacrimógenos en el interior del hospital son solo algunos de los ejemplos de los crímenes que el ejército israelí ha cometido en las últimas horas y que no pueden quedar impunes.

El lanzamiento de esta operación militar se enmarca en un contexto cada vez más deteriorado tanto en el territorio palestino ocupado como en las dinámicas internas del Estado de Israel. Décadas de crímenes, silencio internacional y división interna han llevado al fortalecimiento de la resistencia armada en los territorios ocupados al mismo tiempo que años de discursos de odio e impunidad han acelerado el extremismo de la población israelí (especialmente, en la población colona), que cada vez pide acciones más violentas en contra de una resistencia (cuya legitimidad está reconocida en los instrumentos internacionales) que hace frente a una ocupación que avanza sin frenos. Además, la caída en las encuestas de la coalición de Gobierno liderada por Benjamin Netanyahu refuerza la necesidad de ataque del “enemigo palestino”, una estrategia ya clásica en los Gobiernos israelíes de todos los colores políticos.

Los ataques indiscriminados de las últimas horas y el desplazamiento de civiles como resultado de ellos son una muestra de la nakba continuada que vive el pueblo palestino en su propio territorio. Las políticas de apartheid, colonización y ocupación llevadas a cabo por el Estado de Israel desde el momento de su creación tienen como objetivo principal sustituir a la población originaria tanto por el asentamiento en el territorio palestino de población del exterior (a través de la ley de retorno por la cual cualquier judío accede a la nacionaldiad israelí) como por los asesinatos masivos y el desplazamiento de la población. Este último ataque al campamento de Yenín, conformado por personas que fueron reubicadas tras la expulsión de la población originaria palestina con la creación del Estado Israelí, es una muestra de esta política que se sostiene hasta nuestros días.

Desde Podemos seguimos apoyando el marco del derecho internacional como único marco capaz de generar paz y estabilidad entre los pueblos. Es indecente que tras décadas de crímenes contra la humanidad ni el Estado de Israel ni sus gobernantes hayan sido condenados e, incluso, sigan disfrutando de Acuerdos de Asociación Prioritaria tanto con la Unión Europea como con Estados Unidos.

Es urgente que acabemos con la impunidad, el privilegio y la aplicación de dobles raseros hacia el Estado de Israel. El pueblo palestino merece justicia y reparación por los crímenes de apartheid y otros crímenes contra la humanidad cometidos contra su población, el reconocimiento del derecho al retorno y el acceso a la libre determinación. Ninguna política que no aborde estos tres pilares podrá traer paz y estabilidad ni al pueblo palestino ni a la región.


Miércoles, 5 de julio de 2023