La oleada de protestas en Irán derivada del asesinato bajo custodia policial de Mahsa Amini el 16 de septiembre de 2022 ha dado paso a uno de los levantamientos populares más consistentes que se recuerdan en la historia contemporánea de Irán. Si bien las manifestaciones de malestar de la población contra el régimen y su gestión llevan haciéndose presentes en las calles de Irán desde, al menos, el año 2017, estas nuevas protestas tienen elementos particulares, que hacen de ellas un clamor colectivo que debe concentrar la atención y acción de la comunidad internacional y de los movimientos de solidaridad internacional.

Lo que en un primer momento parecía ser un alzamiento en contra de la denominada Policía de la Moral y las normas contrarias a derecho dirigidas a la limitación de las libertades de las mujeres, pronto se convirtió en un movimiento que no solo exigía el reconocimiento de los derechos de las mujeres como columna vertebral de la voluntad de libertad del pueblo iraní, sino que entendía que son estas propias limitaciones parte sustancial de la construcción de la identidad (y, por tanto, de la supervivencia) del régimen. Por ello, es importante reconocer que las demandas actuales de los y las manifestantes son transformadoras de raíz y exigen tanto el desmantelamiento del régimen como la participación popular en la construcción de un nuevo sistema político capaz de asegurar el acceso a los tres pilares que resuenan en cada una de las manifestaciones: mujer, libertad, vida.

Se trata de un clamor popular originado desde las bases de la ciudadanía diversa que constituyen los pueblos de Irán, con un fuerte liderazgo femenino, pero también con la participación masiva de estudiantes de todos los niveles, artistas, comerciantes, kurdos, baluchis, etcétera. Ante esto el régimen no ha presentado ninguna opción de cambio, optando por una represión voraz y cruel que si bien es difícil de contabilizar dado el bloqueo informativo y de internet impuesto en el país, cuenta ya con al menos 494 asesinados en el marco de las protestas (al menos 44 de ellos menores) y 14.000 detenidos según datos de la asociación Human Rights Activists News Agency, Naciones Unidas y Amnistía Internacional.

Es imprescindible mencionar las ejecuciones públicas de dos manifestantes llevadas a cabo en las últimas semanas y a las 20 personas detenidas (según datos de Amnistía Internacional) en riesgo de ser ejecutadas por el régimen. Este es un movimiento de castigo ejemplarizante que pretende aterrorizar y acallar las demandas del pueblo, que ni siquiera se han visto reducidas tras el anuncio de la suspensión temporal de la Policía de la Moral, hecho que muestra una vez más cómo la población iraní no busca modificaciones estéticas, sino transformaciones sustanciales del sistema político actual.

La respuesta de la Unión Europea, de Estados Unidos y de múltiples países (denominados) occidentales ha consistido en la condena política de la represión violenta de las protestas, lo que ha conllevado el incremento de sanciones hacia representantes individuales de las instituciones iraníes responsables de ducha represión. A esto se le une la aprobación el 24 de noviembre de la resolución del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas dirigida al establecimiento de una comisión de investigación sobre las violaciones de derechos humanos cometidas en Irán en relación con estas protestas.

Desde Podemos apoyamos el despliegue de esta comisión de investigación en el marco de las Naciones Unidas, así como los procesos de rendición de cuentas hacia los responsables individuales de la represión que puedan derivarse de esta investigación. Estos procesos deben ofrecer justicia y reparación a aquellas personas cuyos derechos han sido vulnerados en el marco de las protestas, además de imponer una barrera a la continuación de la represión y una garantía de no repetición. En este mismo sentido, consideramos indispensable el refuerzo de los sistemas de protección internacional para aquellas personas iraníes que, por su activismo o crítica ante la represión, se encuentren bajo peligro dentro y fuera del país.

Es urgente el reconocimiento de las demandas de transformación política que resuenan en las calles de Irán y en las voces de las personas exiliadas, lejos del protagonismo de intereses geoestratégicos externos, y poniendo a la sociedad civil en el centro. A ellas les corresponde el impulso de los procesos de reconocimiento y promoción de los derechos y libertades que están en la base del clamor popular iraní.


Viernes, 16 de diciembre de 2022