Donde antes había un trabajador de Astilleros con sindicalización, buen salario y derechos laborales, hoy hay un joven soldador de 30 o 40 años que trabaja 10 y 12 horas al día por un salario de 1.200 euros que no llena la nevera y una temporalidad en la contratación que le impide organizar con salud mental un proyecto viable de vida.

El dolor de Cádiz lleva camino de hacerse insoportable porque nos sabemos abandonados y víctimas de una mal llamada “reconversión industrial”, que en realidad fue una desmantelación del modo de vida con las que nos ganábamos el pan con el que alimentábamos a nuestros hijos.

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Jueves, 25 de noviembre de 2021