El día 26 de noviembre tuvieron lugar elecciones presidenciales en Honduras. A pesar de que las elecciones se celebraron de una manera aceptable, según ha declarado la Misión de Observación Electoral de la UE, presente en el país, los acontecimientos de los días posteriores han conducido al país al borde de una crisis política y social muy peligrosa.

El Tribunal Supremo Electoral, encargado de realizar el conteo y la publicación de los votos, pretendía anunciar el resultado electoral esa misma noche. Sin embargo, en la madrugada del lunes decidió aplazar la publicación de los datos finales al miércoles. Esto lo hizo después de hacer público un primer resultado con el 57% de los votos escrutados que daba la victoria por un porcentaje de en torno al 5% Salvador Nasralla, de la Alianza de Oposición. Desde ese día hasta el miércoles, la página de actualización automática de los resultados apenas cambió y se produjeron varias caídas y hechos extraños que no han sido convenientemente explicados. Cuando finalmente se actualizó el resultado, lo hizo dando un vuelco sorprendente y poniendo en primer lugar al candidato oficialista, Juan Orlando Hernández. En este momento, cuando solamente falta por contar las Actas del Escrutinio Especial, es decir, las que tienen errores o son de difícil conteo, Hernández sigue en primera posición por menos del 2%. Ambos candidatos se han autoproclamado ganadores de las elecciones.

En paralelo a estos acontecimientos la tensión social y política ha crecido en Honduras a lo largo de toda la semana. Salvador Nasralla ha denunciado fraude electoral, denuncia que ha sido alimentada por la confusa actuación del Tribunal Supremo Electoral, que no ha podido aclarar las verdaderas razones del retraso en la publicación de los datos ni la explicación del cambio de tendencia. La tensión, que el jueves se cobró la vida de 3 personas en las movilizaciones de los partidarios de Salvador Nasralla que fueron respondidas con violencia por parte de la policía, ha alcanzando un punto crítico en la noche de ayer, cuando el gobierno hondureño ha decretado el toque de queda.

Desde Podemos rechazamos sin ambages esta represión y la imposición del toque de queda. Consideramos que en estas circunstancias esta medida lo único que puede conseguir es que se agrave la situación y que se criminalicen las movilizaciones legítimas ante las dudas de fraude que se han generado en el proceso. No hay que olvidar que el candidato oficialmente ganador de las elecciones, Juan Orlando Hernández, es el actual Presidente de Honduras y que se ha podido volver a presentar tras una reforma de la Constitución destinada a este fin. Esto hace que la decisión de decretar el toque de queda se vuelva aún más grave.

El país vivió en el año 2009 un golpe de Estado contra Manuel Zelaya, que en estas elecciones respaldaba a Salvador Nasralla y cuya mujer, Xiomara Castro, ha sido designada candidata a la Vicepresidente de la misma candidatura. De confirmarse el fraude que señala Nasralla, estaríamos nuevamente ante un golpe oligárquico contra la democracia que pondría en cuestión la naturaleza democrática del país centroamericano.

Por esa razón, la comunidad internacional y en especial la Unión Europea, que ha estado presente en las elecciones, deben exigir que se aclare la situación y que el Tribunal Supremo Electoral dé una explicación convincente y con pruebas materiales del vuelco del miércoles, así como de todos los acontecimientos producidos a lo largo de esta semana. Las instituciones internacionales deben igualmente velar porque la participación de la oposición en el escrutinio especial y en el resto de procedimientos de recuento electoral se realice con todas las garantías. En caso contrario, no es posible (y tampoco para el Gobierno español) reconocer estos resultados ni a Juan Orlando Hernández como Presidente de Honduras.


Sábado, 2 de diciembre de 2017