El 1 de julio de 2018 se convirtió en un día histórico en México. Ayer, Andrés Manuel López Obrador obtuvo la victoria en las elecciones presidenciales con un resultado arrollador que, probablemente, le lleve a tener más de la mitad de la totalidad de los votos, logrando por sí mismo más apoyo que el del resto de candidatos juntos. A esto se suma la victoria de integrantes del partido de López Obrador, MORENA, en algunas de las plazas más importantes del país. Entre ellas la Ciudad de México, donde Claudia Sheimbaum, la primera mujer que la gobernará, ha obtenido, igualmente, cerca del 50% de los votos. Por último, el recuento que definirá el poder legislativo señala una posible mayoría absoluta también en las cámaras, dato que se conocerá a lo largo del día.

López Obrador ha ganado estas elecciones proponiendo una tercera revolución que dé la vuelta al país y que termine con la corrupción y la injusticia cronificada que han producido las décadas de gobierno del PRI y el PAN. El mandato que recibe del pueblo es claro: la transformación profunda del país para hacerlo más justo; la terminación de la “guerra contra el crimen”, que ha provocado en los dos últimos mandatos presidenciales (del PAN y del PRI) más de 100.000 víctimas, entre personas muertas y desaparecidas, y la impunidad en los ataques a defensoras de los derechos humanos en gran parte del país; el fin de los feminicidios, una cuestión que ha sido medular en la campaña de López Obrador y que arroja en México la cifra terrorífica de siete mujeres asesinadas al día, según datos de la ONU; y el inicio de una nueva época en la que la corrupción desaparezca y la honestidad sea la guía de la acción política.

Sin duda, esta victoria es la victoria de los mexicanas y las mexicanos. En un momento en que el conjunto del planeta parece avanzar hacia la desesperanza, el autoritarismo y la desigualdad, ellas y ellos han elegido esperanza, democracia y justicia. AMLO y MORENA son, al fin y al cabo, la concreción política de los anhelos de las personas que llevan años manifestándose y reclamando derechos y justicia en México y que siempre han sido olvidadas por la élites políticas y económicas mexicanas.

La Presidencia de López Obrador tendrá también resonancias regionales y globales. Regionales, porque devuelve las ideas de progreso y justicia social a la agenda política latinoamericana, en un momento de regresión en América Latina. Globales, porque cuando Trump está llevando al límite las políticas racistas en su frontera sur, un presidente que devuelva la dignidad al pueblo de México supone, sin ninguna duda, una vía de resistencia y cambio a las mismas.

Nuestro país mantiene una deuda histórica con el pueblo mexicano, que salvaguardó nuestra propia memoria histórica cuando en España la democracia yacía en el olvido. Por eso, desde Podemos hemos apoyado a MORENA y a Andrés Manuel López Obrador desde el principio y esta victoria nos alegra profundamente.

Somos conscientes del reto enorme que AMLO y su organización tienen por delante para transformar un país como México, corrompido durante décadas por el PRI y el PAN. Sin embargo, confiamos en que una nueva época de paz y justicia social comienza hoy allí, un objetivo para el que los mexicanos y las mexicanas encontrarán siempre la solidaridad y el apoyo de nuestra organización. Por eso, nos produce una alegría inmensa sumarnos desde aquí al grito que ayer atronaba en la Plaza del Zócalo de la Ciudad de México: ¡sí se pudo! Al que añadimos: ¡sí se puede!


Lunes, 2 de julio de 2018