El domingo 2 de octubre, a iniciativa del Gobierno de Hungría presidido por Viktor Orbán se celebró un referéndum para preguntar a los ciudadanos de ese país si la UE podía obligar a los países miembros al reasentamiento de refugiados, medida aprobada por las instituciones comunitarias en octubre de 2015. El 95% de los votantes rechazaron las cuotas de la UE con una participación del 45%, inferior al 50% que requiere la legislación húngara para que las consultas tengan validez.

Pese a ello, Orban ha considerado que los resultados son políticamente válidos. Su partido Fidesz y el ultraderechista y xenófobo Jobbik fueron los únicos que hicieron campaña para rechazar a los inmigrantes y refugiados frente a los partidos de la oposición y ONGs que optaron por pedir la abstención o el voto nulo.

La campaña del referéndum ha estado marcada por mensajes xenófobos y discriminatorios que relacionaban la llegada de refugiados con los atentados en Francia, acoso a mujeres, pérdida de valores cristianos por la llegada de musulmanes y problemas de seguridad para los húngaros pese a que organizaciones como Amnistía Internacional han explicado que, en realidad, los abusos los sufren los propios migrantes, retenidos durante semanas y devueltos ilegalmente a Serbia. La campaña también ha exagerado la cantidad de personas que llegan a las fronteras de Hungría alertando sobre el millón y medio de personas que entraron en la Unión el año pasado. Sin embargo, Hungría, país con 10 millones de habitantes, sólo tomó en consideración el 15% de 3.240 peticiones de asilo que recibió el año pasado. El plan comunitario pedía el reasentamiento de 1.294 personas en Hungría, que podrían haber sido acogidas durante varios años con los cerca de 40 millones de euros que ha costado el referéndum.

Dentro de Hungría, Orban ha utilizado el referéndum para ocultar escándalos de corrupción, una economía en crisis, y para disputarle la bandera del miedo a la inmigración al partido xenófobo y ultraderechista Jobbik, situado en el segundo lugar en las encuestas. En el ámbito europeo, lo ha utilizado para liderar el grupo de países de Visegrado (Hungría, Polonia, Eslovaquia y República Checa) cuyo objetivo es una Unión Europea que solo funcione en términos de mercado único y austeridad, pero que devuelva competencias en materia de derechos y libertades (o mejor dicho, la capacidad de cercenarlos) a los Estados europeos.

Frente a las preocupantes tendencias xenófobas del continente, en la que partidos de extrema derecha están culpando a los diferentes, a los migrantes y refugiados de los resultados de la crisis económica y el austericidio no sólo en Hungría, sino en Austria, Alemania, Francia, Dinamarca y otros, desde Podemos seguiremos defendiendo la necesidad de avanzar en la construcción de una Europa democrática y abierta, que honre los valores de libertad y justicia social que la fundaron y ocupe de una manera digna el lugar que le corresponde en el mundo.


Lunes, 3 de octubre de 2016