El pasado 27 de mayo el presidente de Italia, Sergio Mattarella, rechazó el nombramiento del Ministro de Economía propuesto por la Lega y el Movimiento 5 Stelle, partidos con mayoría parlamentaria, y encargó gobierno a Carlo Cottarelli, un ex-dirigente del FMI que no se había presentado a las elecciones. Pese a que la Constitución italiana otorga al Jefe de Estado la potestad de nombrar ministros, la decisión de Mattarella excede políticamente sus funciones y prerrogativas. En condiciones de normalidad institucional, el Presidente de la República italiana debe actuar de forma políticamente neutra, sin anteponer su propia línea política a la del Parlamento, pues ésta expresa la voluntad democrática de la ciudadanía.

Las explicaciones de Mattarella, reconociendo que el nombramiento del Ministerio de Economía habría enviado un mensaje de desconfianza o alarma a los operadores económicos y los mercados financieros, no solo suponen una confesión de profunda gravedad sobre el funcionamiento real y los límites de las democracias en la zona euro. También son un acto de una torpeza política extrema, pues el acuerdo de Gobierno entre la Lega y el 5 Stelle había girado precisamente en torno a un discurso sobre la soberanía nacional italiana frente a los errores y límites de la política económica europea -un discurso que obtuvo el apoyo en las urnas de más de la mitad del electorado italiano-. Así las cosas, expresar que los “mercados enseñarán a los italianos a votar de manera correcta”, como ha declarado el Comisario Europeo de Presupuestos, Günther Oettinger, no sólo es una declaración inaceptable y radicalmente antidemocrática, que debería suponer su dimisión inmediata. También es un acto de ceguera y torpeza política extremas.

La decisión de Mattarella ha polarizado y tensado al máximo la vida social y política del país. Varias manifestaciones han sido convocadas para los próximos días: el 1 de junio saldrán a la calle el Partido Democrático y las fuerzas que defienden la decisión del Presidente de la República, y el 2 de Junio, día de la República, el M5S, la Lega, y una parte importante de la derecha italiana se movilizarán para “defender la democracia y la soberanía nacional”. Si como es previsible, Cottarelli no consigue la ratificación parlamentaria de su nombramiento, unas nuevas elecciones corren el riesgo de convertirse en un falso referéndum sobre Europa, planteado en el marco más favorable a la extrema derecha italiana: una elección entre las políticas austericidas que han destrozado las condiciones sociales y económicas de millones de personas en todo el continente, y una visión identitaria, excluyente, xenófoba y agresiva de la soberanía de los pueblos de Europa. La torpeza política del establishment europeo y de sus operadores políticos italianos tendrá consecuencias de una profundidad extrema.

Pese a su gravedad, los hechos políticos que se están sucediendo en Italia no son desgraciadamente una novedad ni un caso aislado. En todo el continente, estamos asistiendo a la destrucción sistemática de cualquier alternativa a las políticas macroeconómicas -socialmente injustas y técnicamente fallidas- impuestas por la zona euro. Llama poderosamente la atención que no hayan sido las medidas xenófobas integradas en el programa de la Lega, incluida la expulsión de hasta 500.000 personas migrantes y otras medidas de tinte claramente racista, lo que ha desatado la reacción de Bruselas y del establishment italiano, sino el nombramiento de un ministro de Economía que rompe la jaula de hierro de las medidas macroeconómicas neoliberales. Al hacerlo, han debilitado de un plumazo cualquier postura negociadora, que podrían haber representado algunos sectores del M5S como representante de muchas personas desencantadas sobre todo del sur del país, a lo largo de la posible legislatura. Si la Comisión Europea, los gobiernos de Merkel y Macron y las élites italianas siguen insistiendo en la misma dirección estarán alimentando el estallido del sistema político italiano, entregando la llave del futuro Gobierno a la Lega y arruinando cualquier posible alternativa política democrática a esa elección monstruosa entre la ortodoxia impuesta por Bruselas y la barbarie de la extrema derecha que no deja de crecer en el continente. Europa se merece otra cosa.


Miércoles, 30 de mayo de 2018