“Creemos que es urgente un gobierno que no mezcle las leyes con la ideología y se centre en garantizar la libertad, la libertad real”

“La maternidad libre es la que hace a las mujeres auténticamente mujeres”, dijo hace meses quien preparaba una ley que pretendía restringir la libertad de las mujeres para decidir sobre su maternidad hasta límites desconocidos por la mayor parte de las legislaciones europeas. Lamentablemente en nuestro país es habitual mezclar las leyes con la ideología. Así pues no es raro ver a un ministro de justicia apostando por leyes que nos hagan mujeres “auténticas” en lugar de hacernos mujeres libres. La libertad debería ser el fin de las leyes, no la autenticidad, que debería ser asunto privado.

Gallardón, pertrechado con su ideología -que no representa no ya a todos los españoles sino ni siquiera a todo su electorado-, se enfrentó al sentido común de la gran mayoría de personas de este país, una mayoría que considera que las mujeres deben poder decidir sobre sus vidas y, por lo tanto, sobre su maternidad; que ninguna mujer debe ser madre en contra de su voluntad.

Ahora bien, el PP no sólo se ha caracterizado por negar la libertad de las mujeres que deciden no ser madres, sino que ha hecho de este país un lugar en el que la mayoría de las mujeres no tiene la libertad real para elegir la maternidad sin que ello suponga una carrera de obstáculos y una elección llena de costes personales. Bajo la hojarasca de ideología pro natalista está la verdad: no hay mayor enemigo de la maternidad libre que el gobierno del Partido Popular. Porque no se defiende la maternidad con guiños ideológicos, se defiende asegurando que quienes son madres no tienen que serlo a costa de su profesión, su independencia económica ni sus derechos.

Para la mayoría de mujeres de nuestro país tener hijos es una elección que tiene costes vitales y profesionales, costes que convierten la maternidad en una opción de riesgo inasumible para muchas. Durante los últimos años, y gracias a las recetas de recortes y austeridad con las que el gobierno ha gestionado la crisis, las dificultades no han hecho más que aumentar para las mujeres. Las madres son las protagonistas principales de la feminización de la precariedad laboral, prueba de lo cual es que los índices de desigualdad laboral entre hombres y mujeres se disparan a partir de la treintena, la edad media para tener el primer hijo. La inexistencia de servicios públicos de educación infantil, que se han mermado con los recortes hasta convertirlos en un privilegio de acceso restringido, está haciendo que más de la mitad de las mujeres madres en España tengan que detener su carrera profesional o pasar a empleos parciales. Sin acceso universal garantizado a la educación infantil muchas familias se ven obligadas a hacer cuentas: las escuelas infantiles privadas y la contratación de cuidadores domésticos es tan cara que compensa que las mujeres dejen sus trabajos o los reduzcan y sean ellas quienes cuidan de los niños en casa. El expolio de nuestros servicios públicos llevado a cabo por el Partido Popular es un callejón sin salida que está suponiendo para las mujeres un retroceso acelerado en sus derechos y que está haciendo disminuir el número de mujeres y hombres que deciden formar una familia.

Son las políticas de recortes y de austeridad las que han dificultado la maternidad y la paternidad a tantos jóvenes. Paro, precariedad o migración -“espíritu aventurero”, dicta la neolengua- son las opciones de una juventud sin futuro, sin un presente suficientemente sólido como para construir algo sobre él. Muchos jóvenes en edad de tener hijos viven en casa de sus padres al no poder encontrar un empleo suficientemente estable como para permitirles el acceso a la vivienda. En estas condiciones tener hijos es una opción de riesgo, y por tanto una opción minoritaria.

Una opción minoritaria para la que además se requiere “autenticidad”. En 2013 el Ministerio de Sanidad excluyó del acceso a la reproducción asistida en la seguridad social a todas las mujeres que no tuvieran una pareja masculina, vetando así no sólo a todas las mujeres cuya pareja es una mujer sino a todas las mujeres que quieren ser madres solas. Tampoco el PP se ha caracterizado por poner facilidades a las parejas del mismo sexo a la hora de la adopción. Curioso modo de favorecer la natalidad, en un país donde por lo demás el descenso poblacional y el envejecimiento es casi cuestión de estado. No es solamente injusto: legislar con criterios ideológicos resulta irresponsable e ineficaz, un absurdo demográfico y económico.

Creemos que es urgente un gobierno que no mezcle las leyes con la ideología y se centre en garantizar la libertad, la libertad real: por eso vamos a poner especial cuidado en ello, garantizando entre otras cosas el acceso universal y gratuito a las escuelas infantiles de 0 a 3 años, proponiendo permisos de maternidad y paternidad iguales e intransferibles, ayudando económicamente a los jóvenes, estableciendo mecanismos para compatibilizar la crianza con la vida laboral. Porque no vamos a representar a una parte sino al conjunto de la ciudadanía, cuyo juicio es inequívoco: las personas, y en particular los jóvenes, han de poder, si así lo desean y con independencia de su “autenticidad”, formar una familia con todas las garantías materiales y sin perjuicio de su carrera laboral ni sus derechos. Conviene recordarlo hoy, porque en nuestro país habrá más madres cuando la maternidad no sea un privilegio, un obstáculo ni una obligación. Conviene preguntarse quién defiende la maternidad.

El Mundo, CLARA SERRA
Área de Mujer e Igualdad de Podemos

Domingo, 3 de mayo de 2015

Para leer en El Mundo, aquí