El político de Podemos se estrena como diputado en la Asamblea de Madrid

Días de nevada, de Bernardo Atxaga, descansa en la mesa de trabajo de Ramón Espinar en la Asamblea de Madrid. “No tengo tiempo para leer novela”, explica el diputado de Podemos. A sus 29 años, le cuesta recordar cuándo y cómo empezó en política. “Depende de lo que entiendas por empezar en política”, acota. “Si significa entrar en las instituciones, acabo de hacerlo. Si lo que implica es tener un compromiso y militar en colectivos y hacer cosas, llevo toda la vida”. Una vocación que surge “de un elemento cultural y emocional que vas rellenado de reflexión intelectual y de posicionamientos un poco más densos, más sólidos”, reflexiona este licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid, la Facultad donde se gestó Podemos . Antes de comenzar la entrevista, Espinar ha posado pacientemente en el salón de plenos y en la azotea del edificio: cuarenta grados a la sombra y una impagable vista de la ciudad. Vive cerca, pero no acude cada día a su recién estrenado trabajo –para el que se han fijado un horario de 9 a 3, pero al que sin duda dedican muchas más horas diarias- en bicicleta, sino en autobús. De camino al despacho revela la que será una de las primeras iniciativas de su grupo parlamentario: “Que la bandera gay ondee en la Institución”.

¿Cuál fue el punto de inflexión, el momento en el que te diste cuenta de que podías canalizar toda esa militancia en las Instituciones?
Ninguno en particular. Hasta terminar en la Asamblea de Madrid, digamos que es como una corriente que te va arrastrando. Yo estaba en un colectivo que se llama Juventud sin futuro, en el que participó un montón de gente que ahora está en Podemos –entre ellos Rita Maestre, portavoz del Ayuntamiento de Madrid-, participé en el 15 M… y la fuerza de las cosas te va llevando a que un día te propongan la locura esta… y digas que sí.

A quienes tildan Podemos de partido totalitario, ¿qué les dirías?
Que no sé qué gente piensa eso y que no es así en absoluto. Nos han intentado colocar ahí, pero responde más a una estrategia política –y legítima- de los adversarios políticos que a lo que hemos hecho. La realidad, y esto tenemos que esforzarnos mucho, mucho, mucho en explicarlo, es que somos gente que en la vida se había planteado meterse en el berenjenal en el que nos hemos metido, y la fuerza de las cosas nos ha arrastrado. Unos desde el activismo, otros veníamos de hacer cosas o teníamos una visibilidad social que, en un momento dado, te dicen: ‘Oye tío, esto lo tienes que poner al servicio del proyecto’. Y lo haces. Somos gente bastante normal con ideas de sentido común. Cuando uno le echa un vistazo al CIS se da cuenta de que muchas de las cosas que proponemos tienen unos índices de aceptación social del 80 o del 85%. Y eso significa que parte de la estrategia de los adversarios políticos ha funcionado. Han sido capaces de disociar el discurso social con el que gran parte de la gente está de acuerdo de la herramienta política que pretende ponerlo en marcha. Lo bueno es que la tendencia es que eso suceda cada vez menos. En cada una de las elecciones en las que Podemos ha participado, le vota más gente. A medida que la gente nos conoce se da cuenta de que lo que planteamos es bastante sensato. Por último, a quienes nos acusan de querer controlar los medios de comunicación y la Justicia… ¡pero si son ellos los que llevan controlando los medios de comunicación y la Justicia toda la vida! Cuando el PP nos dice que queremos controlar los Medios, ¡pero si no hay más que ver TVE, Telemadrid o la televisión de Castilla La Mancha para ver cómo habéis gestionado vosotros los medios de comunicación. ¡Si nosotros lo que queremos es que sean agencias independientes¡. Con la Justicia, tres cuartos de lo mismo. Y con todo lo demás. Generan un adversario en nosotros que no existe. Ellos, quienes han hecho un uso partidista de las instituciones.

¿Crees entonces que la ciudadanía empieza a perder el miedo a Podemos?
Claro. Hubo un momento en el que se generó la estrategia de hablar de lo que pasa a 10.000 kilómetros de España para no aludir a los problemas de la gente de aquí, pero a medida que Podemos va teniendo más portavoces, más gente con visibilidad, más implantación en los territorios… nosotros somos gente corriente, y la gente no tiene miedo a la gente corriente. Frente al miedo que han intentado implantar representamos un caudal de ilusión. Esa es la otra dimensión de Podemos que no se cuenta. Muchísima gente ha recuperado el respeto por la política gracias a que hay una herramienta que no se parece en nada a lo que ha habido hasta ahora.

¿Cómo ha sido vuestra llegada a la Asamblea?
Tengo pendiente, y lo quiero hacer, escribir algo sobre el tema, y contarlo largo, porque te sientes un poco como… parafraseando a Vázquez Montalbán, como un perroflauta en la corte de Cifuentes. Es extraño. Hay dos formas de recibirnos: una es con malas formas. Cuando prometimos nuestros cargos en la Asamblea, parte de la bancada del PP gritó y pitó. Otra parte te recibe con los brazos abiertos, pero con cierta condescendencia. Y la primera es desagradable, pero la segunda no me gusta nada. Hay una serie de dispositivos, como el tratamiento de Ilustrísima de las cartas, encaminados a que nos volvamos un poco idiotas, a que perdamos pie con la realidad. Hay que vacunarse contra eso.

Hablando de Cifuentes, ¿serías capaz de citar cuatro cosas positivas de la Presidenta de la Comunidad de Madrid?
Es una persona muy brillante, buena oradora, con buen talante y dialogante. Y viste muy bien.

¿Y cuatro malas de Pablo Iglesias?
Podría ser más humilde en algunas ocasiones. Y se podría vestir mejor.

¿Crees sinceramente que en España no ha habido democracia?
Yo no he dicho eso. Lo que nosotros decimos es que después de la II Guerra Mundial todos los regímenes democráticos se basan en que los gobernantes sean electos y en que las constituciones reconozcan una serie de derechos en torno a los cuales los ciudadanos son libres e iguales. Cuando los derechos sociales empiezan a ser conculcados, la democracia pierde calidad. Nuestra democracia está muy deteriorada porque la corrupción ha opuesto las instituciones al servicio de unos pocos, y no de la mayoría; porque la separación de poderes no opera, y lo estamos viendo en muchas actuaciones de la Fiscalía. El caso de las capillas de Rita, por ejemplo, que pidan una condena de cárcel sobre un hecho que tuvo lugar hace cuatro años… y que el Fiscal solo se haya pronunciado sobre ese caso el día después de las elecciones al Ayuntamiento de Madrid… eso es un escándalo, un uso partidista de la Fiscalía. Y deterioro en los derechos sociales. Y eso se ve en las encuestas. Nosotros somos una propuesta de regeneración democrática, pero eso no significa que vivamos en una dictadura. La palabra democracia, como dictadura o totalitarismo, hay que usarlas con mucho cuidado.

¿Está España muy polarizada, como dicen, y Podemos detrás de esta división?
España es un país en el que, de toda la vida, las madres les decían a los hijos ‘tú no te metas en política’. Y sucede que cuando hay un manto de silencio social que lo cubre todo el que dice que una cosa es injusta, parece que polariza. Nosotros ya hemos roto ese manto de silencio. E incluso quienes no nos votan están de acuerdo con lo que decimos, con el diagnóstico. No nos votan porque a lo mejor no confía en que seamos buenos gestores, pero creen en lo que decimos: que aquí ha habido una panda de chorizos gobernando las instituciones. Y esto es así. ¿Decirlo polariza? Lo que sí hace es politizar la sociedad, y mientras todo se dirima en el terreno de los cauces democráticos no lo veo mal. El límite de la democracia está ahí, en que se discuta con argumentos. Creo que a nosotros nadie nos puede acusar de lo contrario. Somos contundentes, sí, y tenemos la mayor parte de las veces mejores argumentos que los adversarios. Suele suceder, sí.

Hablando de vuestra capacidad gestora, ¿cuál sería vuestro programa económico para la CAM, por ejemplo?
Es largo de contar. En resumen: hace más de 20 años se está desmantelando el tejido productivo. Se apuesta por la atracción de capitales de fuera, que no hay que desterrarlo del todo. Si solo apostamos a que vengan las empresas tienden a instalarse por la baja fiscalidad y los bajos salarios. El empleo y la calidad de los derechos y los servicios públicos se deteriora, y por tanto la democracia. Tenemos que canalizar esa inversión privada a generar tejido productivo. Podemos ser un país puntero en energías renovables. Se está buscando un polo de desarrollo del coche eléctrico, ¿por qué no podemos ser nosotros? ¿Por qué no podemos ser de verdad una región puntera en el mundo no por Eurovegas o candidaturas olímpicas frustradas, sino por productividad? Proponemos acabar con el trinque, con el capitalismo de amigotes… de una forma más larga y estructurada. Y no vamos a subir los impuestos a las grandes empresas, queremos hacer una cosa mucho más sencilla: que los paguen. Y que paguen salarios dignos a sus trabajadores. Un país decente es aquel en el que, además del derecho de los accionistas a repartirse dividendos, existe el derecho de los trabajadores a un salario digno. Es de sentido común, el problema es que a nosotros nos quieren situar en una radicalidad que no existe. Cambiar la realidad es de sentido común.

Con todo, no sois un partido de izquierdas, sino de unidad popular…
Las etiquetas izquierda y derecha sirven para que gobiernen PP y PSOE, que en realidad gobiernan igual. De lo que hay que hablar, el eje en el que hay que situar el debate político es regeneración democrática y derechos de la mayoría social. Una minoría se reparte el botín mientras una mayoría se aprieta el cinturón para salir de la crisis. Las empresas del Ibex35 han ganado casi un 70% más de lo que ganaban antes de la crisis. Mientras, bajaban los salarios, perdíamos poder adquisitivo, congelábamos las pensiones, bajábamos el salario de los funcionarios, se cerraban empresas, los autónomos no podrían trabajar. La gran mayoría, no las clases bajas, pierde poder adquisitivo mientras unos pocos, muy pocos, se lo están llevando muerto. La cuarta economía de la UE no puede tener una tasa del 20% de personas en riesgo de pobreza. Es un discurso de defensa de la democracia en su sentido más radical, el que tiene que ver con el voto y con la defensa de los derechos de ciudadanía.

Tu padre, Ramón Espinar Gallego, fue quien inauguró esta Asamblea en 1983. ¿Crees que tú simbolizas en cierto modo un cambio de ciclo?
No.

¿Qué opinas de la polémica suscitada por el encuentro entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón?
No creo que sea una polémica de portada de periódico, sino un debate de fondo entre dos posiciones políticas que no son la misma. En IU hay gente muy valiosa, y muy rescatable, que tiene que formar parte del proyecto del cambio. Pero creo que ese cambio no lo pueden encabezar dirigentes que llevan 20 años viviendo de la política para vivir de la política otros 20. Han sido incapaces y no hay por qué reflotarles. Que vuelvan a trabajar, como todo el mundo.

Todo el mundo habla de política todo el rato, ¿es sano?
Hacer espectáculo de la política le hace flaco favor a la democracia. Que se polarice y se chille no es bueno. Participamos de ese circo porque allí donde se hable de política, tienes que estar. Quien quiere transformar las cosas tiene que estar allí donde se produce el debate sustancial que le llega a la gente. Mucha gente nos escribe y nos da las gracias por mantener un tono constructivo en tertulias, por no contaminarnos. A mí no me gustan las tertulias de la tele, y fíjate que voy un montón.

Tienes un lenguaje muy beligerante en esas tertulias…
Tengo un lenguaje muy directo, pero no beligerante. La palabra casta la uso muy poco, por ejemplo. Sí creo que por la posición mediática que me ha tocado ocupar sí lidio con gente que chilla y que tiene posiciones difíciles de gestionar, y eso te lleva en ocasiones a colocarte en posiciones de confrontación, pero mi lenguaje no es beligerante en absoluto. ¿Beligerante con quién?

Con Sandra Barneda
Con Sandra no tengo relación personal, pero ese tema está hablado y no me apetece tratarlo en una entrevista. Quien vea el vídeo dudo que pueda calificar mi lenguaje como beligerante.

¿Quién es el peor oponente televisivo? ¿Con quién te tomarías en cambio una cerveza, aunque no compartas posiciones?
Montse Suárez me saca de mis casillas. Fuera de foco, me cae bien Jaime González. Es simpático y agradable. Y me cae muy bien Melchor Miralles.

¿Por qué borraste tuits de tu cuenta de Twitter?
Cualquiera se lo imagina viendo lo que ha pasado con el caso Zapata. Cogen un tuit de hace cuatro años sacado de contexto y te destrozan. Yo no tenía ningún tuit con ese tipo de humor infumable, pero seguro que tengo alguno en el que digo alguna chorrada y no tengo ninguna gana de que una persona a sueldo de alguien que quiera hacer año lo localice y tenga que pasarme una semana discutiendo sobre esos tuits en lugar de discutir sobre lo sustancial. Estas polémicas ponen un velo sobre los problemas que hay en la sociedad española y en la sociedad madrileña. Si hablamos de esos problemas gana la sociedad. Si hablamos de tuits y del fango en el que se convierte el debate público ganan otros.

En esa red social pedías hace poco asistencia para ver Juego de Tronos, ¿no has pensado en contratar Yomvi?
No era para bajármelo, sino para verlo en popcorn (una red de intercambio de archivos P2P) que no es para piratear sino para compartir contenidos. Y mira, ya tengo Yomvi para ver baloncesto y películas. Y las series que me gustan mucho me las compro: Deadwood, A dos metros bajo tierra…

Hablando de series, ¿suscribes eso que dijo Errejón de que en Podemos hay más sexo que en Juego de Tronos?
No lo sé.

¿Falta sentido del humor en Podemos?
Cuando tienes 29 años y te acaban de hacer diputado en la Asamblea no te puedes relajar delante de un periodista. No somos gente muy seria, pero sí muy conscientes de la responsabilidad tan grande que tenemos. Se nos exige más que a nadie. Hemos sido capaces de devolver a la gente la ilusión por la política y eso nos hace ser así.

¿Quién es tu referente político?
Tengo muchos. José Mujica.

Cuando escuchas a Felipe González decir que “habla de Maduro, no de sus monaguillos”, ¿qué piensas?
Que es un impresentable. Felipe González utiliza el capital político acumulado en la presidencia del Gobierno de España para ganar dinero él, y hacérselo ganar a sus amigos. De un consejero de una eléctrica que gana millones de euros al año mientras en este país hay pobreza energética, de un señor que trabaja para Carlos Slim, que es el hombre más rico del mundo, haciendo lobby en distintos gobiernos del mundo para ganar dinero… no acepto ninguna lección política. Es un indecente. Con el sueldo vitalicio que tiene podría hacer un montón de cosas que tienen que ver con la justicia social. Si no quiere obrar así, lo respeto. Pero que no dé lecciones.

¿Qué opinas de José Luis Rodríguez Zapatero?
Que es un hombre decente, pero un mal gobernante. Un cobarde. Se plegó a las exigencias de la Troika y de Merkel. En un momento dado escogió escuchar a los poderes extranjeros antes que al pueblo. Pero le respeto.

¿Y de Mariano Rajoy?
Pues lo mismo que de Zapatero, que empezó a incumplir su programa electoral al día siguiente. Un gobernante cuyos jefes son los de arriba no merece el respeto de la ciudadanía. Y luego tiene los marrones que tiene.

Para acabar, ¿qué te sugiere Esperanza Aguirre?
La madre de todas las tramas. Pero le silban las balas. Siempre se escapa y se sale de la tangente de las tramas de corrupción. Aguirre es la arquitecta de lo que ha sucedido en la CAM en los últimos años.

Siguiendo con los populares, ¿cómo valoras los nombramientos de Pablo Casado, Javier Maroto y Andrea Levy?
Quieren aplicar una mano de maquillaje a un sarpullido.

¿Podemos gobernará España?

VanityFair, PALOMA SIMÓN entrevista a RAMÓN ESPINAR

Domingo, 28 de junio de 2015

* Leer entrevista en VanityFair