Ayer Colombia celebró la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales cruciales para el país y para toda América Latina. Tras un ciclo electoral iniciado con las legislativas de marzo —en las que el Pacto Histórico obtuvo resultados inéditos para la izquierda en el país— y una primera vuelta presidencial que dejó sin opciones al uribismo, en la jornada de ayer vivimos cómo el pueblo de Colombia señaló claramente el camino en un contexto muy polarizado. Por un lado, el candidato de la izquierda, Gustavo Petro, que ha liderado las encuestas desde el primer momento con un programa progresista y medidas valientes en materia de preservación de los Acuerdos de Paz (2016), de lucha contra la desigualdad, y de defensa del feminismo y el medioambiente. Y, por otro, el multimillonario preferido por el establishment, Rodolfo Hernández, con un discurso basado en la antipolítica, que en las últimas semanas decidió dar un paso atrás en la escena pública al darse cuenta de que cuanto más se lo conocía, más descendía en las encuestas con sus polémicas ocurrencias.

Con un 58% de participación, el binomio de Gustavo Petro y Francia Márquez se ha impuesto con un 50,44% de los votos frente al 47,31% de Rodolfo Hernández. Ni la violencia ejercida en los últimos años contra líderes y lideresas sociales ni las dificultades para hacer política y campaña electoral, ni las mentiras, ni los bulos, ni la imparcialidad de muchas instituciones del país han logrado imponerse a la voluntad de un pueblo movilizado por la esperanza y la voluntad de cambio. La realidad demuestra que, con un pueblo consciente y movilizado, sí se pueden cambiar las cosas, y en Colombia hoy lo saben bien, como también lo supieron en Chile en diciembre.

Esta victoria supone una nueva etapa para el país y para todo el pueblo de Colombia, ya aquejado por la enorme desigualdad y la violencia estructural que se ha recrudecido durante el Gobierno saliente. El nuevo Gobierno enfrenta el enorme reto de darle un nuevo impulso a la implementación de los Acuerdos de Paz, boicoteados por el Gobierno de Duque; de acordar una reforma fiscal que posibilite las políticas económicas y sociales que necesitan las mayorías sociales; de unas políticas feministas que reduzcan radicalmente la brecha de género en el país, y de un modelo productivo y de desarrollo sostenible y respetuoso con el medioambiente y la biodiversidad del país. La fragmentación en el Senado y la Cámara dificultará la acción de gobierno y obligará a llegar a acuerdos para poder llevar la voluntad del pueblo declarada ayer a término.

Desde Podemos celebramos profundamente el triunfo del primer Gobierno popular en Colombia y les deseamos a Gustavo Petro y a Francia Márquez toda la fuerza y los aciertos en esta nueva etapa que atraviesa el país. Sin duda, se trata de una oportunidad histórica para instaurar un cambio profundo que entregue a Colombia su anhelada paz, democracia, derechos y justicia social. ¡A seguir consolidando los avances progresistas en América Latina! ¡Sí se puede!


Lunes, 20 de junio de 2022