LC_women1

Ver artículo original en La Circular

La resistencia anti Trump comienza con millones marchando en las calles.

“This is what democracy looks like!”. Este sábado, millones de estadounidenses han tomado las calles para hacer una declaración de intenciones: con la toma de posesión de Donald Trump comienza (continúa) un movimiento de resistencia y movilización ciudadana. Las organizadoras de la principal manifestación, en Washington D.C., convocaron una marcha multitudinaria, pero las protestas han ido mucho más allá de criticar el sexismo y machismo del ya Presidente de Estados Unidos. Las pancartas de las marchas estaban llenas de mensajes contra el racismo, la xenofobia y el capitalismo salvaje que representan Trump y el Partido Republicano. Las protestas han sacudido el país entero, y compañeras y compañeros del Círculo de Podemos en EEUU han participado en manifestaciones en Washington D.C., Nueva York, San Diego, Los Angeles, Filadelfia, Memphis y Greenville, entre otros lugares.

En Washington D.C., epicentro de la toma de posesión de Trump el viernes y la de la ciudadanía el día siguiente, ha habido una sucesión de protestas y manifestaciones que han quebrado cualquier apariencia de normalidad al comienzo del nuevo ciclo político. Ya el viernes participamos en varias marchas que recorrieron el centro de Washington. Nos sumamos a la columna de Democratic Socialists of America, la mayor organización socialista del país. En las protestas participaban activistas de Black Lives Matter y otros movimientos antirracistas, colectivos feministas, antiglobalización y LGBT, grupos ecologistas y representantes de tribus sioux. Un tapiz hermoso de movimientos sociales, muchos de ellos hermanados a lo largo de 2016, en la campaña de Bernie Sanders. El ambiente era irreverente e inspirador. Se respiraba un rechazo absoluto a Trump, pero también frustración con un Partido Demócrata anclado en el status quo. En seis horas andando por D.C., no presenciamos ni un solo acto de vandalismo como los que han copado los titulares de la prensa.

Por la tarde asistimos a un acto organizado por Jacobin, la principal revista socialista de EEUU, que consiguió llenar el teatro Lincoln hasta la última butaca. Los ponentes, entre los que estaban Owen Jones y Naomi Klein, coincidieron en que el fracaso de Clinton obliga a abandonar la lógica del mal menor y plantear alternativas políticas reales, como las que defendió Sanders durante las primarias demócratas. En cuanto al Partido Demócrata, el diagnóstico mayoritario es que hace falta presionarlo tanto desde dentro como desde fuera, empleando el reconocimiento que han obtenido Sanders y sus aliados y la efervescencia actual de muchos movimientos sociales. En resumen, existe un diagnóstico lúcido y un plan coherente para afrontar la batalla que se avecina.

El sábado participamos en la marcha de las mujeres que abarrotó el centro de Washington. Las organizadoras presentaron un mensaje inclusivo, conectando las reivindicaciones del movimiento feminista con los problemas de las mujeres negras, musulmanas o inmigrantes, que ahora se enfrentan a un redoble de las amenazas con las que ya tenían que lidiar. Destacaron los discursos de Angela Davis y la activista palestina-americana Linda Sarsour. El ambiente era más reposado que el día anterior, el tono más moderado y un poco más aburrido. Pero la asistencia fue inmensa. Unas 470.000 personas acudieron a Washington, casi el doble de lo que las organizadoras esperaban y el triple de las 160.000 que asistieron a la toma de posesión de Trump. Un sinfín de ciudades se sumaron a la marcha, dentro y fuera de EEUU.

En Nueva York, las organizadoras pidieron a los asistentes que comenzaran la marcha de forma escalonada porque las calles de la Gran Manzana no podían acoger a tanta gente a la vez. Aún así los metros desembocaban en Grand Central repletos como en hora punta aunque fuera sábado por la mañana. La marcha comenzó a las doce del mediodía pero hasta la noche había gente marchando hasta el corazón de Manhattan donde vivía, hasta este fin de semana, Trump. Todas marchamos juntas: ancianas en sillas de ruedas, niños a hombros de sus padres, un coro de mujeres y grupos de amigos que se habían juntado para la ocasión. Vivimos juntos una catarsis colectiva que sacó la frustración de las casas y la convirtió en rabia en las calles. La marcha en Nueva York comenzó con discursos de representantes de grupos sociales que temen la vulneración de sus derechos, los derechos de todos, en los próximos cuatro años: activistas LGTB, un inmigrante sin papeles, una víctima de tráfico sexual. Actrices como Helen Mirren, Whoopi Goldberg y Cynthia Nixon dieron voz a miles de mujeres pidiendo a los allí congregados sostener la resistencia día a día. En un momento Rosie Perez gritó “¡Sí se puede!” y Nueva York rugió.

La predicción climática para San Diego era de lluvia, y al sur de California eso desanima a mucha gente. A pesar de todo, miles de personas se juntaron para luchar por los derechos de las mujeres en la marcha de algo más de una milla. La mayoría nos preparamos para la lluvia, aunque al final cayeron cuatro gotas. Lo que sí hubo a raudales fue gente congregada para ayudarse y darse ánimos, buen ambiente, color rosa, tambores, gritos de apoyo a las mujeres y de rechazo a la misoginia de Trump. Se respiraba paz y armonía, y los manifestantes salimos de allí contentos y con nuestra confianza en la sociedad estadounidense restituida (que falta hacía).

Se estima que entre 3,6 y 4,6 millones de estadounidenses tomaron las calles el sábado: una cifra inmensa para un país poco acostumbrado a movilizaciones de este tipo. La imagen que nos deja el fin de semana es la de una presidencia asediada, que se inaugura de manera humillante con la legitimidad mermada y con escaso apoyo en la calle. Pero queda muchísimo trabajo por hacer. De aquí a 2020, la izquierda estadounidense debe volcarse en la articulación de un movimiento que, además de resistir a Trump, ofrezca un proyecto político emancipador capaz de derrotar al Partido Republicano. Si las protestas del fin de semana sirven como indicador, existen, a pesar de las circunstancias, motivos de esperanza.

Círculo Podemos EEUU

Jueves, 26 de enero de 2017